Me muero por un trago de algo
que me haga olvidar.
Si hubiera conocido por lo menos
la panacea que me tranquilizara a tragos.
Pero nunca he encontrado nada
que me dé la paz,
nunca he podido engancharme a algo.
Nada me sirve,
no me ofrece lo que debería,
me miente desde la primera dosis.
Y así no hay quien se drogue.
Si no lo oculta ni un momento.
Si no puede acallar
los rugidos del dragón biliar
no lo vuelvo a comprar.
Para eso me quedo en casa
y me castigo sin salir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario