miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cuento para idiotas o para señores acabados de afeitar


"Cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguirlo".

Que frase tan manida, que ganas de darse bombo. Cuando alguien dice eso en mi presencia intento sacármelo de la cabeza lo más rápido posible. Y es que me imagino a la persona y me pongo a sudar de asco, a temblar de rabia y a contracturarme de pena.

El caso es que aquella mañana en el ayuntamiento, la persona que estaba delante de mí en la cola dijo esto. Y el funcionario bigotudo asintió condescendiente mientras esperaba paciente que la impresora sacara finalmente los certificados de residencia.

Pero detengámonos un momento en el bigote del funcionario, en su bigote y en su persona. Porque creo que tanto ese bigote como ese tipo de personas están en peligro de extinción en nuestro país. No puedo hablar por otros países porque, aunque me gusta viajar y lo hago a menudo, procuro alejarme lo más posible de la clase funcionarial extranjera, no por lo extranjera sino por lo funcionarial, ya se entiende.

Pero parémonos un momento en ese bigote. Creo que se merece una descripción minuciosa: 

Poblado... Sí, poblado es la palabra justa, pero no sólo eso... Recortado de manera redondeada, ¿saben a lo que me refiero? Un bigote en el que los pelos situados en la parte más cercana a la nariz caen por encima de los otros formando una curva perfecta. Supongo que el tamaño del bigote no sólo depende de la cantidad de pelos por centímetro cuadrado sino también de la superficie entre la nariz y el labio superior, seguramente también de la anchura de la cara y de la longitud de la boca. En este caso lo que hacía al bigote tan imponente era definitivamente la larga distancia entre los orificios de la nariz y el comienzo del labio superior. 

El funcionario tenía, además, una cara muy fina y alargada y una cabeza, en su volumen total, más que considerable.

Ahora mismo tengo una visión muy clara de lo que sería esa superficie en caso de que se afeitara el funcionario el bigote. No sé si la imagen me viene porque algún día se lo afeitó y se me quedó grabado o porque se me mezcla con alguna imagen de José María Aznar cuando se le ocurrió también afeitarse. 

Quizá sea sólo mi imaginación calenturienta.

Bueno... a decir verdad, no sólo su volumen era remarcable, sino también sus colores. En la parte superior se veían unos milímetros de pelo de un color blanco-grisáceo que delataban la edad del buen hombre y su intento mediante tintes de no aparentarla. Casi todo el resto del bigote era de un castaño reluciente. Sólo las puntas inferiores, ligeramente desaliñadas eran de un color amarillento por los efluvios del tabaco. 

En este preciso instante me lo estoy imaginando, en una mañana de invierno, muerto de frío, con la chaqueta sobre los hombros sujeta con la mano izquierda mientras con la derecha apura un cigarrillo antes de volver a entrar a la oficina de la casa consistorial.

¿Qué más? ¿De qué iba la historia? No tengo ni idea... Se me fue el funcionario al cielo.

Releyendo el principio del relato veo que se hace referencia a otra persona, colocada en la fila en primer lugar diciendo "Cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguirlo".
Pero aún así no logro acordarme de lo que iba la historia. No logro acordarme de qué es lo que quería contar exactamente. No logro llegar a ningún tema central ni a ninguna línea narrativa por mucho que me esfuerce en recordar.

Creo que tendremos que dejar el relato aquí. Ahí quedan un par de imágenes más que interesantes con las que habéis podido pasar un buen rato en la pausa del café o en la del pitillo en caso de que estéis leyendo esto desde vuestro teléfono inteligente.

Qué bien que haya teléfonos inteligentes, qué pena que haya tan pocas personas inteligentes. 

Qué pena que los hábitos de lectura impuestos por el internet, los teléfonos inteligentes, el tuiter, el guatsap y ese tipo de cosas nos conviertan a todos en personas con menos capacidad de concentración, de reflexión y, en definitiva, más superficiales.

http://www.extoikos.es/pdf/n2/extoikos2_queestahaciendointernet.pdf

Berlín 4/9/13

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