jueves, 6 de agosto de 2020

Cuando te hablas

Cuanto te hablas a mi mismo,
lo hace en primera persona.
Nunca ser de segunda,
ir en tercera
o poner la cuarta.
Ni mucho menos,
la quinta.

¿Y la sexta, qué?

Tengo que

Tengo que dejar de dejarme llevar.
Tengo que llamar a las cosas sin hablar.
Tengo que mandar a mis mierdas a pastar.
Tengo que correr hacia el núcleo de mi ser.
Tengo que dormir sin tener que revivir
todo una y otra vez, una y otra vez.

Cada vez que me despierto
con el cuerpo to' pegao,
con el pellejo electrificao,
con dolor en las encías
y con las entrañas frías,
el corazón atolondrado,
las venas como escarpias
y el pensamiento
emitiendo en abierto.
Me pregunto qué ha fallado,
qué fue fallando,
cuándo se volvió infumable
esta pipa de la guerra
con mi vida, con mi pena
de mi futuro contra mi pasado,
en un presente dolorido y agotado,
mancillado, tembloroso, avergonzado,
mocoso, masticado, asqueroso, maltratado.

No lo sé, te juro que no lo sé.
¿No podríamos hablar de otra cosa?