Cuando las luces de los escaparates se apaguen
y los coches dejen de gruñir,
cuando los ojos de los transeúntes naufraguen
en las cuencas y el pudrir
de los dientes carcomidos por el hambre
infecte el aire de las calles,
habrá quien sobreviva y corte el alambre
insuflando de rebelión los valles.
...CONTINUARÁ...
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