Cada vez que vengas a mí.
Que ilumines mi sala con tu presencia arrebatadora.
Ten piedad y no me mires a los ojos.
Ten compasión y no me beses los zapatos.
Ten un ápice de dignidad y clávame de una vez por todas el cuchillo de tu indiferencia.
Gírate y sal.
Busca en el mundo aquello que te has ganado por tu inmensa belleza.
Por tu luz.
Pedro, que pasa que hace rato que no escribe?
ResponderEliminarHe estado muy ocupado trabajando y sin internet... Este mes que viene volveré a ponerme las pilas.
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