domingo, 2 de junio de 2013

Justicia

Amigos de la cinemateca improvisada tridimensional, estimadas señoras del círculo de madres desesperadas pero creativas, demás compañeros y compañeras.

Gracias por acudir prestos a la llamada de vuestro amo y señor. Sin vosotros, sin vosotras, esta sociedad no existiría, se perdería en la niebla, se esfumaría en la noche de los tiempos.

Cuando, en aquella tarde hermosa de primavera, vino a mí esta idea, este regalo divino en forma de objetivo, de fuerza de cambio, de camino intelectual de meta moral definida, todavía me dan ganas de cagar. No lo puedo evitar. Siempre que me emociono se me agitan los esfínteres del recto. Es una debilidad que tengo desde siempre y que nunca he querido tratar. Siempre he pensado que era mejor así, siempre me ha parecido una manera amable de sentirme humano, perecedero, libre.

Pero dejemos de lado el pasado y vayamos directos al presente sin olvidar el esplendoroso futuro que nos espera a la vuelta de la esquina.

Somos los primeros en haber llegado hasta aquí. Y gracias a nuestra maravillosa gracia para la planificación y la muerte seremos también los últimos. O casi... Aún queda esperanza para unos pocos más.

Hemos logrado construir el cerco y dejar sólo una puerta muy estrecha por la que tienen que pasar todos aquellos que no quieran morir al otro lado. Y nosotros somos los jueces y verdugos, los encargados de la selección, de la criba. 
Y lo haremos bien. Lo haremos muy bien.

Porque llevamos preparándonos siglos, porque no sabemos hacer otra cosa, porque el futuro del nuevo mundo nos pertenece y espera de nosotros, por otra parte, que no le defraudemos.
No habrá piedad. No se malgastará ni un solo sentimiento por los pobres desgraciados que eligieron el lado rígido, no oscilatorio, que optaron por la servidumbre, que se decidieron por la avaricia, que se decantaron por la envidia y la extorsión.

Para todos los demás, todos los que tienen las manos limpias, todos los que no miraron a otro lado, todos los que nunca miraron a ningún lado por candor o porque nacieron ciegos, para todos aquellos débiles de tripas, para los que rezaron y sufrieron con la esperanza de ver este momento. Para ellos habrá un lugar al otro lado del muro, donde el paraíso terrenal volverá a ser real, donde el sueño de los seres primigenios se corporeizará y viviremos y moriremos todos felices siguiendo el camino de luz y oscuridad, en flujo con la vida sin trampas de la consciencia, sin pensamientos enfermos, erróneos, que nos hicieron sufrir en otra época. Esa época de incertidumbre, donde el peor siempre se salía con la suya, donde uno siempre podía más que unos cuantos, donde la verdad y la belleza, la verdadera belleza intestinal no podía salir a la luz ni volver a las sombras como ahora: rítmicamente.

Hermanos, hermanas. Recemos ahora conjuntamente, una última vez. Para recabar fuerzas antes de esta última prueba que nos ofrece el camino de luz y de sombra. Disfrutemos por última vez del deber de limpiar el mundo de impurezas estancadas. Que no nos tiemble la mano a la hora de ajusticiar a estos millones de entes que se creyeron humanos sólo por ser antropomorfes.
Amigos de la capa enlutada, abrid por fin la puerta en este día de gozo en la historia de la humanidad. En la que se pondrá, por fin, un punto y aparte en la evolución de nuestra especie sangrante por tantos milenios.

Primos de la daga manchada afilad por última vez vuestros cuchillos antes de la última degollación, necesaria para apartar del futuro rítmico a todos aquellos que han mancillado el nombre del Flujo. Y que no os tiemble la mano a la hora de ejecutar la sentencia. Que no podrá ser sino de muerte.

Camaradas dela toga embarrada, quemad con vuestras pupilas de fuego redentor las almas de los infelices que creían que no existía un Dios justiciero. Y no parpadeéis ni un solo segundo a la hora de mandarlos al patíbulo. Ellos mismos escribieron su final mucho tiempo atras, mientras se reían de la bondad de los otros hombres, mientras pisoteaban las mejillas ofrecidas por aquellos que no supieron o pudieron defenderse.

Adelante compañeros. Hágase, al fin, justicia.

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