martes, 5 de marzo de 2013

regocijo



Te juro que lo entiendo, 
aunque no se entiende del todo, 
no se llega del todo, 
por lo que no entiendo nada. 
Siempre he pensado que esto es un proceso 
en el que se van haciendo méritos para conseguir la felicidad. 
Pero ahora que sé, 
ahora que he comprendido 
que es el aquí y ahora lo que cuenta, 
que no se puede acceder a la liberación paso a paso, 
que sólo existe sí o no. 
Que ni siquiera eso existe. 
Que no se puede definir 
porque es más grande que cualquier palabra, conjunto de palabras o conceptos. 
De alguna manera me he liberado. 
Nunca necesité de la educación ferrea cristiana 
para sentir la culpabilidad. 
Lo llevo en la sangre. 
O eso creía, 
hasta que se me dijo, 
por medio de un libro sobre el budismo zen, 
que lo que en realidad llevo dentro
no es ese patrón 
sino todo o contrario. 
Llevo a Buddha en mis carnes, 
todo es mente 
y yo soy uno con el uno, 
no hay dos. 
La dualidad apesta. 
Sobreviviré relativizando, 
cuidándome, 
disfrutando cada momento de dejadez, 
de debilidad, 
y de regocijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario