Pedro había dormido tres horas, le dolía ligeramente el talón
izquierdo, forzado por la postura adoptada para no perder el
equilibrio, mientras se agarraba con el brazo a la barra
de metal. Cambió ligeramente la posición de los pies y le dejó de
doler. Al cabo de un momento empezó a notar el otro pie. Por suerte,
se levantó en esa estación una señora y se pudo sentar. Nada más
sentarse empezó picarle el culo. Levantó la vista del aparato y
miró a su alrededor. Nada logró llamarle la atención y volvió a
dirigir su mirada hacia el texto que estaba escribiendo.
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