viernes, 13 de noviembre de 2015

Comemierda

Comemierda se acercó a la ventana y miró al exterior, no sé veía nada más allá de la farola, que para su desgracia y noches de insomnio, relucía a menos de un metro del cristal. Pensó en lo poco que le gustaba su trabajo y le entraron náuseas, sólo de imaginarse hablando con su jefe. Quería pedirle un aumento, o por lo menos‎, conseguir una rebaja en las horas semanales sin merma en su sueldo. La acidez de estómago le produjo una mueca de dolor y de asco. Eruptó, lamió el papel de fumar para acabar de rularse el porro y salió de casa difuminándose en la niebla.

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