Para escribir
sólo hay que saber escribir,
tampoco está mal saber leer.
También ayuda
el leer de vez en cuando,
para estar al día,
subconscientemente,
de cómo escriben otros.
Eso ayuda a comprender,
inconscientemente,
de qué está hecha la escritura,
cuales son sus componentes,
cuales son las recetas posibles,
las recetas ya cocinadas.
Así también
se pueden intuir
nuevas fórmulas
no exploradas hasta ahora.
O se puede
copiar vilmente un estilo
y ganarse la vida con ello.
Hay mucha gente
que escribe novelas de misterio,
mecánicamente,
mediante una receta conocida.
Y funciona.
A la gente le gusta,
conocen el sabor,
conocen los ingredientes
y la manera en que los preparan.
Eso les gusta,
les hace sentirse seguros,
sentir que controlan
su paladar literario.
O quizá
sea algo más sencillo,
quizá simplemente
les gusta
que les cuenten
siempre
la misma historia.
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