Mantente en las pequeñas cosas.
Mantente en los desayunos,
en las meriendas,
en la limpieza y el orden
de juguetes tirados por el suelo.
Manténte en la realidad,
en las cosas que pesan,
que se tocan,
que se rompen,
que tienen forma y color.
Mantente en lo material,
en lo orgánico,
en lo inevitable
y en lo imprescindible.
Y deja que lo demás caiga por su propio peso.
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