jueves, 21 de febrero de 2013

abuelos


Hoy he decidido poner radio clásica. Mi abuelo siempre la ponía por las mañanas para desayunar. Todos queríamos desayunar con mi abuelo. Se preparaba unas lonchas de jamón de York en un platito y se las comía partiendo el pan con los dedos encima del plato. Las migas de pan caían sobre el jamón cubriéndolo parcialmente. Era un manjar por el que tenías que implorar. Recuerdo recibir siempre mucho menos de lo que me hubiera gustado. Recuerdo también tener que aguantarme sin recibir nada por ser el mayor de los primos presentes. Tengo muy viva la imagen de Ricardito comiendo del tenedor de mi abuelo mientras yo me moría de ganas desde la otra punta del salón.

Ricardito, ya más mayor, fue también el que descubrió las insignias nazis en uno de los cajones de la oficina, después de que el abuelo muriera. Recuerdo que nos reíamos con cara de asombro. Sabíamos que había estado en la división azul pero el tener los broches en las manos lo convertía en algo mucho más cercano.

Hace poco me preguntó el tío Jaime:
- Qué significa "Raus mit den Hunden"?
Era lo que siempre les decía su padre cuando se portaban mal o daban el coñazo. Quiere decir "¡afuera con los perros!"
Siempre es tema de conversación aquí en Alemania lo de los antepasados nazis. Yo les cuento que mientras uno de mis abuelos estaba en la carcel por socialista, el otro luchaba codo con codo con los suyos en la batalla Stalingrado (no sé si me lo he inventado, qué me corrija alguien si no fue así).

Tengo también grabada la en la memoria otra escena. Pregunté a mi abuelo socialista qué me contara lo emocionante  y fantástica que era la guerra. Me contestó que era lo más horrible del mundo y que nunca más hablara así de ella. La vergüenza qué sentí la llevo todavía conmigo, guardadita en lo más hondo.

Se me ocurren otras historias qué recuerdo demasiado vagamente para escribirlas...

Es alucinante cómo la dos Españas sobreviven a las generaciones incrustándose en nuestros corazoncitos desde la más tierna infancia.

1 comentario:

  1. Recuerdo a mi iaio António, un rojillo, con pañuelo de labriego en la cabeza (siempre llevaba algo en la cabeza), sentado en su mecedora, rompiendo de pronto el silencio teatralmente:

    "España está perdida
    por culpa de falsedades,
    unos por decir mentiras
    y otros por no ser leales.
    Está nuestra España enferma
    y no hay médico que la cure,
    si no es rebaja de empleo
    y la conciencia que sure.
    Ya cavilan los estudios,
    con alegría y saber,
    para ver en España
    quien nos acaba de joder."

    a lo que añadía:

    - Així era, així és i aixina serà, Manolín.

    y el silencio se volvía a adueñar del salón, sus ojos azules, gastados, brillantes, perdidos en un pasado que pudo ser y no fue.

    Si le preguntabas por la guerra civil, te hacía reir con sus gritos:

    "Rojillos!
    vosotros por no creer en Dios
    y nosotros por creer demasiado!
    en qué lio nos hemos metido!"

    dice que les gritaban desde la trinchera de enfrente. Él no estuvo luchando en las trincheras, él era camionero en intendencia, iba y venía, contaba que estuvo en unas cuantas batallas: Guadalajara, Teruel, en el Ebro. Estuvo en Francia en un campo de concentración, nos contaba una y otra vez como le vendío a un senegalés, que los vigilaba, dos botas del mismo pie:

    - Quant s'en va adonar, aquell fill de puta, anava darrere meu per a matar-me

    y se reía, no le encontró, no se dejó encontrar, Antoniet era un cachondo, no hacía más que barbaridades, pero no se dejó matar ni en la guerra ni en la post-guerra, la verdad, no sé que tiene más mérito.

    (post de Manolo en google plus)

    Gracias Manolín!

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